¡Qué hermoso este día!
El viento que entra como gorrión
con sus alas abiertas,
el sol que observo con su cristal amarillento
llegando a mis ojos desde la puerta,
las sombras desde sus sombras
rebelándose a la quietud.
Un corredor al fondo de este claustro
donde -sobre un muro de baja estatura-
se asoman y me saludan, varias macetas
con lirios y palmas tan estáticas
que se parecen a mí,
sin embargo, ellos ostentan su verde; verdes y verdes,
mas sin otro color, sin flores, sin rosas,
algo distinto que trace un mejor contraste a la vista,
¿será para mantenerme consciente de que… siempre algo hace falta?
-Si las hubiera creo
que se abrumarían entre tanto verde-
¡ah! Y entre tanto cemento.
¡El verde! es lo que me hace distinto
Yo suelo vivir este árbol opaco.
Aun así
¡Qué hermoso luce este día!
Y para sellar el aura de su hermosura;
Se presenta frente a mí… un amor hecho carne
¡treinta y un calendarios!
Tan verde como siempre;
mimos, sonrisas, un remo que ha sabido el sabor
de la calma y la tempestad,
el tiempo ha sido el tonificador
que nos ha hecho más “uno en el otro”.
-¿Un poco de frutas?-
-¡Claro mi amor!-
Y un beso surge – un caramelo que cumple
su doble función; agradecimiento y aceptación-.
¡Este es un día inscrito en un amor de verdad!.