Conviérteme en esta pro+fusión encabritada.
Me sostendrás, infantil, perenne aire que nos alquila el pasajero pecho:
Peinaré las largas arrugas de la nada
Mientras te ufanas, calle abajo, en besar sólo desechos.
Rescatarás, entre espinas y sequía anticipada, el sangrante aloe
Y yo pimplaré este desamparo que somos (y me corroe).
No hay regreso posible en la película
Que se abusa de mi vocación cruelmente ser+vil,
Vueltas y vueltas de una libertad réproba, ridícula
Consumación de tiernos leños por el aceite de tu iridiscente candil.
Me transmuto en recipiente de mis dilaciones versículas, en este escondrijo
Que me engrillas: la fatua clandestinidad de ser tu mejor alijo.
Saldamos tantas deudas majestuosas
Con la lira de tragedias, carcajeo mi ser de+pendiente.
Añoscristos me consumen las fatídicas celulosas,
Las cortas uñas de un desvelo intrascendente.
Me arrastras, como arenas movedizas exteriores
Vos, eléctrico señor, fiel corresponsal de mis embustes cumplidores.
Apoderáte de mi más privada apetencia,
Y sacúdeme con fuerza las neurasténicas raíces victorianas.
Estírame en la telaraña decadente de tus (im)pert(e/i)nencias
Que desesperarán tus inevitables crisálidas de mañanas.
Yo me corto, como un ligamento, en plena calle
Ante el minucioso (de)sastre y el detalle
De mordernos siempre el dedo con la presagiada aguja.
Distendemos el uso de los dedales
Obligados (hay tanta belladurmientez, que nos arrebuja)
Y soportamos en carne las benditas torturas (h)orales.
Habrás salido, como un vidrio amante que recibe al granizo,
Con la nuca encapotada, pero el deseo fronterizo.