Tiene mirar profundo y renegrido,
del rosario y el ave su misterio,
dos pichones de halcón en cautiverio;
tiene los ojos de un zorzal herido.
El destello por todo lo sufrido,
a golpe y desdén grito y vituperio.
Es el vapor exiguo del sahumerio
harta de ver morir lo que ha querido.
Tiene la piel morada y el olvido,
de su amor encendido al improperio,
sometida por él, que en adulterio,
la llama esposa y dice ser marido.
Si no escapa de su falaz imperio
su destino ha de ser el cementerio.