Ya mucho tiempo traté de ser normal,
Normal así como el mundo de los normales lo demanda.
Ya mucho tiempo trate de preparar la ropa de mañana antes de ir a dormir, de darme un baño con burbujas y sales del mar muerto, (el cuerpo de los normales requiere ayuda para lograr la osmosis).
Ya mucho tiempo traté de ser normal,
Normal como aquellas mujeres que al caer la tarde toman una taza de te azul o algún otro de delicado aroma floral, claro está, acompañada de su madre y hermanas.
Ya mucho tiempo traté de ser normal,
Normal como cualquier natural que requiere de la comparsa de una de su edad para salir a caminar al centro comercial, comprar un par de cosas, una bebida de frutas exóticas y luego volver a casa antes que se despida el sol.
Ya mucho tiempo traté de ser normal,
Normal, como las niñas que contienen el llanto hasta que las luces se han agotado, hasta que el silencio se aloje en su dormitorio y a la mañana siguiente, íntegras sonríen ante los demás normales.
Ya mucho tiempo traté de ser normal,
Normal como cualquier otro mortal que habita la tierra, como cualquiera que tiene predilección por la comida saludable y gran delito es no lavar sus manos antes de sentarse a la mesa.
Ya mucho tiempo trate de ser normal,
Normal, como cualquier persona ordinaria que los días de fiesta solo toma vino en copas Riedel Austriacas.
Ya mucho tiempo traté de ser normal,
Ya mucho tiempo, trate de llevarle el paso al mundo, seguir sus normas sin quebrantar precepto alguno y caminar con rectitud, traté de llegar siempre puntual y no molestar a nadie, sonreír con discreción y hablar lo mero indispensable sin dejar ver inconformidad alguna.
Ya mucho tiempo traté de usar un perfume serio y maquillaje con mesura, traté de ser ecuánime y responsable, atenta, recatada y educada.
Juro que sin doblez, ya mucho tiempo traté.
¡PAPARRUCHA! ¡PAMPLINAS! ¡AL CARAJO CON ELLO!
Yo no quiero ser normal, yo no quiero tratar de ser lo que no quiero ser, Yo no quiero ser parte de un mundo acusador ni de sus pretensiosos deseos de ser normales, yo quiero locura en mi vida, quiero un poco de desorden, caos en mis cabellos y excentricidad en mis días, quiero heredarle al mundo mi rebeldía, dejarle mi gran legado de decir siempre la verdad, expresar mis ideas revolucionarias, opinar sobre los sindicatos anarquistas, manifestarme contra el gobierno, y decirle dos que tres cosas al ayuntamiento.
Yo no quiero ser normal, yo solo quiero ser yo, y cuando me venga en gana acostarme a largas horas de la noche, desvelarme platicando, dibujando o leyendo, riendo, carcajeando, ¡que importa la ropa de mañana!, que si lleva arrugas o que si está un poco desgastada.
Yo no quiero ser normal, no quiero un reloj en mi muñeca limitándome cuando mi único afán sea seguir disfrutando.
No quiero ser lo que no soy, no quiero compañía que me distraiga o me detenga en el camino, yo quiero caminar con soltura, seguir mi instinto y sentir el viento en mi rostro, sea bienvenido quien deseé lo mismo.
Yo no quiero ser normal, yo quiero bailar a mi ritmo y escribir poesía de mi mera inspiración, quiero comer tacos en la calle y saludar a quienes no conozco, tomarme un café de Puta madre, mientras leo a Sabines, Borges y a la monja de Asbaje.
Quiero apreciar la pintura de Van Gogh, embobarme en un mural de Diego o de Siqueiros, disfrutar el arte de Frida Kahlo y su exhorbitante vida, pero no quiero pasar desapercibida ante el maravilloso pincel de Silvestre, el muchacho del centro cultural, o la música de mi amiga Barbie y su décima musa, ni tampoco ante las inauditas letras de mi querida Rosita Navidad.
Yo no quiero ser normal, yo quiero ser fiel a mi intuición, a mis convicciones, disfrutar del guateque y de la opera, del bullicio y del silencio, quiero vivir la alegría y la tristeza, yo no quiero, y me rehuso a ser normal, si normal le llaman a seguir la pauta trazada por aquellos que hasta sufren al seguirla. Porque cuando uno intenta ser, deja de pesar el cuerpo para empezar el alma a pesar.
Yo no quiero que me llamen “normal”, prefiero me declaren inusual, pues ya mucho tiempo traté sin poder henchir el vacío que la sumisión acarrea.
Ya mucho tiempo traté de ser y por fortuna no fuí, pues hoy no trato, hoy soy.
Soy yo.
LA INUSITADA