Se convierte en aguacero
del norte la sombra oscura;
dando fin a la mesura
y a los trinos del jilguero.
cambia su rumbo el sendero
que por el agua es lavado;
el paisaje apantanado
cual si fuera madre herida,
esconde toda la vida
que en su seno ha generado.
El paisaje horrorizado
observa en sus matorrales,
a los pobres animales
que su refugio ha buscado,
y protege con cuidado
a la vida que genera,
hasta la basta pradera
también cubre con su manto,
desgarrador es el llanto
que se escucha por doquiera.
El gran río que embistiera
contra el campo tan furioso;
hijo de un cielo lluvioso
que la montaña pariera.
Parece se arrepintiera
de ver el campo anegado,
dejando de nuevo el prado
tendido de un fresco verde
y como nada se pierde
nace un trino alborotado.
Ya la tormenta ha pasado,
el sol de nuevo aparece;
con gran fulgor resplandece
e ilumina con agrado.
Con sus rayos ha bordado
una esperanza de vida,
despúes que fuera abatida
por la tormenta inclemente
hoy le mira complaciente
totalmente agradecida.
Así la vida acontece
mezclando lluvias y soles
mariposas, caracoles
sobre un tronco que florece.
El sinsabor nos ofrece,
oportunidad de risa
nos llega una fresca brisa
despúes de llorar dolores,
abrígate en los amores
que el corazón no improvisa
La vida surge de prisa,
renacen los manantiales;
regresan los animales
y así el campo se matiza.
Desde lejos se divisa
que la vereda se pierde;
se confunde con el verde
de tan tupido follaje,
resaltando en el paraje
para que Dios los recuerde.
Grajales Sosa_ Plenazio