Me dieron alma pura, de bardo y soñador;
y se amar con locura con fulgor de huracán,
es río mi esperanza que nunca detendrán
y lleva en su corriente la tea del amor.
Y tengo grande mezcla de Acuña y de Mirón
y llevo la caricia del céfiro apacible,
si anhelo se desboca, frenarlo no es posible,
el halo de ternura se vuelve gran ciclón.
Imagino en las noches que podría pasar,
si tu amor me lo dieras y vivieras conmigo,
te daría mi flama que te sirva de abrigo
y con dulce arrebato te pondría a soñar.
Después tu sentirías la brisa mañanera,
con mi beso sereno, besaría tu frente,
y en mis ojos verías el deseo ferviente
que sería en tu vida la mas tierna quimera.
Tu cuerpo acariciando con tierna sutileza
mis manos sentirías igual que suave armiño,
y llena de contento serías como niño,
envuelta en terciopelo que cubre tu belleza!
Y los dos extenuados, en mis brazos dormida;
quedaría observando tu graciosa sonrisa,
tan sensual y radiante que te diera Artemisa,
y posee la esencia de pasión desmedida.
Autor: Aníbal Rodríguez.