La he visto sollozando en su amapola
de espaldas a su pecho y tan sencilla...
¡Qué majestuosidad, y cómo brilla!
¡Qué Gris tan laudo hay cuando se inmola!
Y del numen divino en su erotismo
las jarcias de tu piel iban por fuera,
cuyo lado se filtra una quimera
en los pechos pequeños de tu abismo.
Amada, hay un lugar con una escala
que es tan inmenso...y es Valparaíso:
La Joya del Pacífico, y el quiso
ser viento y tú gaviota por tu ala.
Amada, y fui dichoso en ti mujer.
Hay un lugar inmenso en tu silueta,
un piélago con olas de poeta
y un trinar de aves al amanecer.
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David John Morales Arriola