En un pequeño y humilde hospital se ha oído nacer un niño con una inmensa estrella, una cara de ángel, aroma a chocolate y sonrisa de miel.
Su madre le pone el nombre más bonito, y con un orgullo le dice; vas hacer un gran actor, uno de esos guapos modelos, un gran bailarín, un gran pintor y pintas hermosos paisajes en mi vida o un cantante para que alegres corazones.
El niño se convirtió en un inteligente y simpático joven y con una libreta escribía grandes rimas que le salían de corazón.
Tenía grande versos para el eran dulces querubines, sus versos sobreviran en un mundo sin esperanza.
Sus poemas fueron escritos en versos o en prosa anhelos de muchos, cercanía de la distancia de la paz a la esperanza.
Hoy su destino se ilumina con la luz de su talento y con solo pararse a recetar en la plaza de su pueblo, lo despampanante es esa brillante luz que trasmite sus versos que opacaban la luz de su alma.