... y besó ella
el agua de mi fuente
cual blanca gaviota besa
las olas del torrente,
arrebató mis besos
asidos en mi mente
bajo una luna durmiente
cautivante, traviesos.
Dejé ganar al viento
un suspiro etéreo
cual si fuera un abejeo
bebiéndose mi aliento.
¡Oh! dama del ayer
devuélveme el amor
que aquel día me robaste con primor
de mis labios, en un atardecer.
Autor: Jorge Aimar Francese Hardaick
- Argentina 07-02-2017
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