Recovecos repletos de grietas
en las ilustres paredes del cuadro,
un cuadro cubico lleva por nombre
la habitación donde creo el placer y el deseo.
Cada esquina de la habitación
está repleta de silencios
creados por las mujeres que encuentro;
ellas misteriosas, profundas, amorosas,
sobre todo siempre totalmente locas
perdidas en el polvo cósmico y las lunas.
El rechinar de la cama
con el rumor del viento
se confunde al inalcanzable
y somnoliento mar,
cargado con gritos
en sus olas, ya se de amor
o de gemidos de pasión.
Entre el suelo algunas partículas
se encuentran regadas,
brotaron del oro de la piel
de aquellas mujeres nombradas,
hoy y mañana olerá a miel
eternamente a la mágica esencia.
Entre cada sabana
se encuentra el ramaje divino,
el mapa que lleva al camino
del orgasmo femenino,
marcado por las manos
y bailes que he aprendido.
Fragmentado se encuentra el tiempo
en la bendita habitación del silencio,
el canto angelical de aquellas mujeres
seguirá guardado por los milenios,
yo como hombre universo,
seguiré viajando en los versos,
narrando historias escritas en el alma
de las bellas damas que encontré,
desnude y viví en ellas mis ninfas.
Alguna vez mi vida fue soledad
pero en la habitación encontré la paz,
una paz poética en el cuerpo de las musas.
La inspiración al elixir de la vida,
a la alquimia del sexo y amor
fundidos en una sola acción
en lo infinito de la habitación.