raul alfredo

Llegar...

   

Adherido a la desesperante paz

que provocan los besos

 dulces

de tus tiernos labios,

aprendido con mágicas caricias

dibujadas en el rostro,

cercado por el amor

y sus extensas alas,

 me interno en las alturas,

salpico los ojos de alegría

y  felicidad,

anego mi ser

en la tarde bella y moribunda

que mansamente rendida

cae

en brazos del anochecer,

el mismo que nos espera detrás

de  horas inciertas,

del otro lado del mar de las ansias,

paciente y calmo,

con la clara certeza

de hallar a dos almas enamoradas

y a pieles sedientas,

entregadas al goce supremo,

allí donde los cuerpos  danzan,

y las células se bañan

en sudor

de una desbordante

y loca pasión.