Pepe Pnca

115. RELATO

115. RELATO

 

AMOR EN UNA LATITA DE LECHE

 

Dos hermanos, sucios y harapientos, provenientes de los suburbios de la ciudad, uno de cinco años y el otro de diez. Iban pidiendo un poco de comida por las casas de la calle que rodea la autopista.
Estaban hambrientos. \"Váyanse a trabajar y no molesten\", se oía detrás de una puerta. \"Aquí no hay nada, ¡pordioseros!, decía otro.
Las múltiples tentativas frustradas entristecían a los niños.


Por fin, una señora muy atenta les dijo: \"Voy a ver si tengo algo para ustedes... ¡pobrecitos!\" y volvió con una latita de leche.
¡Que fiesta! Ambos se sentaron en la acera, y el mas pequeño le dijo al de diez años: \"tu eres el mayor, así que toma primero\". Y lo miraba con sus dientes blancos, con la boca medio abierta, relamiéndose.


La mujer contemplaba la escena como una tonta. ¡Si vieran al mayor mirando de reojo al pequeñito! Se llevaba la lata a la boca y, haciendo la cuenta que bebía, apretaba los labios fuertemente para que no le entrara ni una sola gota de leche en la boca. Después, extendiéndole la lata, le decía a su hermanito: \"Ahora es tu turno...¡solo un poquito!\"


Y el hermanito, dando un trago exclamaba: \"¡Esta sabrosa!\"... \"Ahora yo\",le decía el mayor, y de nuevo llevándose la latita a la boca, fingía que bebía, pero no tomaba nada.


\"Ahora tu\"... \"Ahora yo\"... \"Ahora tu\"... \"Ahora yo\"... y después de cuatro o cinco tragos, el menorcito, de cabello ondulado, barrigoncito, con la camisa afuera, se acababa toda la leche... ¡él solito!


Esos \"ahora tu\" y \"ahora yo\" llenaron los ojos de lágrimas de la señora... entonces sucedió algo que le pareció mucho mas extraordinario. El mayor comenzó a cantar y a jugar fútbol con la lata vacía de leche. Estaba radiante, con el estómago vació, pero con el corazón rebosante de alegría.


Brincaba con la naturalidad de quien no hace nada extraordinario.
O mejor aun, con la naturalidad de quien esta habituado a hacer cosas extraordinarias sin darles la mayor importancia. Mucho tiempo después la señora conmovida adopto a los dos niños. ¡Que maravilloso sería el mundo si fuéramos un poco más como aquel niño!