Porque el destino, nos marcó el camino,
Eras la niña, que yo conocí,
Después de tanto, ya estar por aquí,
Rondaste de repente, mi destino.
Olvidarte no puedo, estás en mí.
Rosas a IMELDA, le regalé un día,
Un día de los, que no olvidaré,
Iba de clase, y fue que la encontré,
Zapatos rosas, tan bellos lucía.
Loco y mirando, su espléndida imagen,
Ojos tan negros, de una niña hermosa,
Pronto en su pecho, coloque una rosa,
Era graciosa, bella y deslumbrante,
Zigzagueando voy, al recordarle.