Los días no se detienen, uno, dos, tres y continúan. Los deseos de saborear tu belleza me consumen, cien besos son pocos, cincuenta abrazos no bastan y un corazón no me alcanza para amarte. Aun después de esas ciento cincuenta y un cosas, en tu cuerpo existen ciento cincuenta y un puntos con una exquisitez única e inefable de la que no quiero desprenderme jamás.