Si quieres que hable
no me preguntes mi nombre.
Te lo han dicho mis días
desde que cabalgo el potro
que lleva el principio y el fin
en su lomo.
(Tal es secular no divino)
Hablaré
solo para suicidar a mis voces
que amagan con desatino.
Mi boca solo se amedrenta
con su propio silencio…,
entonces su palabra
es amarga
como hoja de limonero
que alberga en su sombra a los idos.
Si quieres ver tras cristales;
no preguntes mi derrotero,
si me vulnero….., sincero,
me harás derrumbar los oídos
con silencios rotos… letales.