Max Hernandez

Encuentro con la Princesa de las Tinieblas (2/3)

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Hace una pequeña pausa, se siente algo molesta. Se nota que hay algo de rabia contenida en sus palabras, cuando dice:

«Tonto ángel, debió habernos dicho que es lo que estaba pasando. Pero esa es su esencia, la de proteger y cuidar, a toda costa. Y él quiso protegernos, quedándose a cuidar la tierra. Luego me dijo que había notado algo extraño, que la tierra había desarrollado un  poder extraño, que los debilitaba lenta y progresivamente, y que los hacía cada vez mas torpes y menos amables. Y también dijo que no podría protegerme por mucho tiempo, pues el efecto de la tierra en ellos era demasiado fuerte, y que, dentro de poco, se transformarían en algo que quizá nunca nos habíamos imaginado, y que sería mejor que me aleje, y que deje que los ángeles que se habían logrado retirar me cojan en sus manos y me devuelvan al hogar celestial».

Enmudece nuevamente. Su respiración es imperceptible. Tiene un aire de desolación, pero inmediatamente después, casi de manera imperceptible, continúa con su relato:

«Fue nuestra Madre quien me dio el poder necesario para mantenerme en la tierra, y así no necesitar estar sujeta por los ángeles, que poco a poco se iban corrompiendo. Ella logró descifrar la razón del por qué la tierra se comportaba así, y con su enorme bondad y con su poder inmenso, logró controlarlo, pero a expensas de quedar ella atada a toda la vida en la tierra misma. Nuestro Padre había quedado atrapado dentro de mi hermano, tratando de impedir que se deteriore por completo. Una parte de nuestro Padre se diluyó en todo el aire, pudiendo estar en todos lados cubriendo a nuestra madre, creando un gran abrazo para protegerla. Pero mi hermano estaba muy deteriorado, y toda la fuerza de nuestro padre apenas podía mantenerlo vivo, y sin degradarse completamente».

Nuevamente un silencio, parece que no quiere continuar. Con cierta timidez le acerco un vaso de agua, que bebe con agrado. Carraspea un poco, hace un gesto extraño, frunce el ceño, y me mira de reojo, al mismo tiempo se sonríe, mientras con aire despreocupado gira su rostro hacia el mío, y pregunta:

— ¿Asustado?
— Si.

Respondo tragando saliva.

— Podemos dejarlo ahí.

Dice, mientras coge su mentón e inclina nuevamente la cabeza hacia un lado.

— Continúa, por favor.

Casi suplico. Ella ríe en silencio, con una sonrisita de satisfacción y gracia.

«La única manera de liberar a nuestro Padre era destruyendo a mi hermano. Pero eso era imposible, ninguno haría eso. Así que nuestra Madre encontró la manera de solucionar este problema. Hacer que tenga hijos; de esta manera la esencia de mi hermano pasaría a sus hijos, y podríamos liberar al Padre, dejando que mi hermano muera. El problema era que no podría reproducirse a si mismo en ese estado; es por esa razón, que con ayuda de los ángeles, mi Padres, tomando una porción del cuerpo físico y de la esencia de mi hermano, le fabricaron una hermosa compañera. Pero, como ya en la tierra nada es tan perfecto como en el cielo, al hacer la división, tuvieron que pasar casi toda la sensatez y cordura a mi nueva hermana, y casi toda la sensibilidad, quedando mi hermano al nivel de prácticamente una bestia salvaje e indomable».

Nuevamente un suspiro profundo, como si quisiera obviar algo. Algo tenebroso se cierne sobre mi interlocutora, me asusta un poco.

«Lo peor de todo es que no tenían la más mínima idea de como podían funcionar sus cuerpos, así que nos tocó, con los ángeles, enseñarles todo de nuevo, desde caminar, hablar, alimentarse. El problema principal era el tema de la reproducción. y ni que hablar del amor y de la pasión. Era algo completamente confuso y negado para sus pequeños cerebros. Tuve que intervenir antes que mi hermano termine de lastimar a mi hermana, al dar rienda suelta a sus instintos, que en él se manifestaban en gran proporción. Ambos quedaron muy lastimados, tanto que huyeron uno del otro por un buen tiempo. Pero luego él la busco, con una manifestación de preocupación inusual para lo que habíamos visto. Trató de cuidarla, de limpiarla, de lamer sus heridas. Parecía un cachorro lastimado a su lado, sabiendo que había cometido un gran error, y al parecer entendiendo que algo estaba mal. Ella, por su parte, al inicio lo rechazaba, pero luego, se dejó vencer, y se quedó a su lado, pues, a pesar de lo que pasó al inicio, sabía que era su otra mitad, y que él no sabía y ella tampoco lo que les estaba sucediendo».

Tamborileando con los dedos en la mesa, empieza a tararear algún tipo de música extraña a mis oídos, al inicio me parece una canción de cuna, pero luego me hace estremecer y siento una especie de cosquilleo extraño en la garganta, que me hace carraspear y emitir una especie de gruñido.

— ¿Te molesta algo, poeta?
— Nada...

Aún con cierto fastidio en la garganta contesto. No se explicar mis sensaciones, pero algo me ha causado un malestar extraño.

— Ya te va a pasar, sucede con todos.
— ¿Con todos?

Pregunto estupefacto. En mi mediocre cerebro he creído ser el primero en escuchar esta historia, pero parece que no fui el primero, ni seré el último. La sensación poco a poco se diluye, y una nube de incógnita enorme invade mis pensamientos.

— Claro que ya se lo he contado a otros, que así como tú tuvieron la amabilidad y valentía de escucharme. Lamentablemente, así como te sucederá a ti, todos ellos pasaron rápidamente al olvido.
— Un momento, princesa. ¿Que significa esto?. Yo estaba seguro que entregaba mi alma al infierno al escucharte, y que sería mi sacrificio suficiente para ....
— Para ya con tu monólogo aburrido. No hay ningún sacrificio, es tu trabajo el hacer esto. Has nacido en varias ocasiones, y tantas veces más has oído de mis labios la misma historia. Y, como siempre, has huido, has temido a todos, y te has ocultado, dejando que el tiempo se encargue de olvidarte. Pero, es tu trabajo, así que... sigamos.

Palidezco, me avergüenzo, no se que hacer. Sonrío con timidez, y me digo para mis adentros que ya lo peor pasó, y que probablemente en esta ocasión termine el \"trabajo\" del cual me está hablando.

— ¿Me dejas terminar?
— Soy todo oídos.
— ¡Tus pensamientos hacen una bulla terrible!, así que, si no dejas de pensar de esa manera, mejor lo dejamos para otro día.
— Muy bien. No lo haré mas, dejaré de interferir con mis cavilaciones... Continúa por favor.

«Así se pasaron un muy buen tiempo. Él trataba de controlar sus instintos, alejándose de ella en los momentos de apremio, desarrollando una fuerza de voluntad y un poder de autodominio impresionantes. Al inicio festejamos esto, pero luego nos dimos cuenta que no era el camino correcto. Que así nunca podríamos conseguir que tengan descendencia, y así nos quedaríamos atados para siempre en este mundo, todos, incluyendo mis padres eternos. Producto del primer violento encuentro les nació el primer hijo. Pero, por la casi completa falta de amor con que fue concebido, la manifestación de la esencia de mi hermano y de mi padre en el pequeño fueron muy pocas, casi nulas, quedando el pobre muy por debajo del nivel de mi hermano en su estado salvaje. No era posible entonces así liberar a mi padre. Pero ahora ambos, mi hermano y su pareja, no querían ni tocarse por temor a lastimarse. La solución fue simple. Me presenté a él en sueños, y en sueños le enseñé la forma correcta de amar a una mujer, de gozar y sentir placer, de disfrutar del regalo divino del apareamiento. Con ella no fue necesario, pues como ya te había dicho, su nivel de entendimiento era algo superior, y ya estaba preparada para la pasión y la ternura. Luego de esto, sin mas, lograron conjugar mutuamente, y así engendraron una hermosa criatura, que llevaba dentro de sí toda la esencia de mi hermano y donde se mostraba en gran porcentaje la fuerza de nuestro Padre. Lastimosamente, los ángeles, los animales y todos los demás seres vivientes del planeta, también notaron esto, y mostraron gran aprecio y afecto por el último pequeño. Y esto fue el primer acto de bondad que se convierte en maldad, pues al primer niño, al ser relegado a un segundo plano, se le indujo a tener celos y envidia de su hermano pequeño».

 

Continuará...