Siempre encuentro libertad
en la piel de tu mirada,
que me aprieta los huesos,
y me pone en la garganta
voces cargadas de palabras nuevas.
Una gran parte de mi paz
roba tus pasos;
simula tu silueta contra luz de un beso
que me lleva camino de tus senos.
Me gusta tanto estar sentado
entre tus manos y el ruido de tu pelo,
reuniendo todos los colores,
para esparcirlos luego
sobre tu cintura y mis abrazos,
donde van naciendo,
inexploradas rutas nuevas
que siguen escribiéndonos caricias,
de una en una, simples brotes
de inocencia que se duermen bajo la piel.