Alumbrado, nazco al portentoso orbe.
Cálida leche; me arropan y mecen
brazos de mujer, dulzuras maternales.
En tierno derrotero, mi infancia florece.
Rosales y geranios atestiguan un albor;
presencian el candor de un mozo, adolescente;
que escribe sin ton ni son
sonetos de amor renuente.
¿Cómo volver a ese ayer?
¿a esos días de inocencia?
La inocencia de esa piel
que fuí junto a aquél rosal,
antes que la vida, pasase fugaz.