I
Libre cual viento de verano,
Así es la humanidad;
Al nacer no tiene miedo,
Solo piensa en la inmortalidad.
II
Un infante se deleita,
Cuando juega sin cesar;
Sola mente le incomoda,
No tener regalo en navidad.
III
Con los años se ve puberto,
Ya no ríe sin parar;
Sus padres le son estorbos,
Ansia su casa abandonar.
IV
Sus amigos lo comprenden,
Salen juntos a tripear;
Juegan con la letra muda,
La de hotel, la de hospital.
V
Quien podría imaginarlo,
De aquel infante inocente;
Hasta ayer cantaba reluciente,
Triste hoy vuela sin su mente.
VI
Cual si fuese un animal,
En la calle esta tirado;
Bajo portales llenos de basura,
Se lo encuentra desahuciado.
VII
En el infinito su mirada,
En la mente ya no hay nada;
Entre sus manos está el arma,
Que lo acaba, cual si fuese una rata.
VIII
Llegará el momento de actuar,
Deberá decidir qué rumbo tomar;
Si acabar con su sufrimiento,
O morir, para nunca más llorar.
IX
En el suelo citadino, se ve aún,
La huella de su último hogar;
Un cartón sucio, enmohecido,
Recuerdos de su poca humanidad.
X
Pesad bien juventud querida,
Cual destino quered tomad,
No sea que vuestro legado solo sea,
Un cartón, dos cobijas y nada más.