Ha llovido tanto sobre nuestras vidas
que hay pozos y fango y almas derruidas,
han vadeado rayos por escombros ciegos
y sobre nuestros ojos ha golpeado ira.
Los hombres se doblan y obran despiertos,
sus casas de sombras en los hombros muertos
yacen sepultadas... sus camas torcidas.
El sudor humano, una lluvia íntima,
cae en las espaldas y en los rojos pechos.
Los perros que ladran augurando truenos
tiemblan como gajos o cual ósea espina
cuando llueve el tiempo sobre nuestras vidas.