Recorro de nuevo el camino
que un día se ofreció prometedor,
revestido de luz y colorido
pleno de júbilo y esplendor.
Ahora la bruma lo envuelve todo,
ya no brilla igual el sol,
el campo se muestra sin brillo,
fantasmagórico y desolador.
Y contemplo entristecida
lo que se vislumbra a mi alrededor,
cielo, tierra, una mar embravecida,
naranjos henchidos de flor.
Por mi mente pasan situaciones
de vivas y añejas ilusiones
forjadas entre bastidores,
versos y muchas flores.
Mis ojos van contemplando
el horizonte con afán desmesurado,
porque algo me está alertando
que mi luz se está apagando.
Puede tardar un año, un mes,
la medicina nada puede hacer
y me duele en el alma entender
un futuro oscuro y sin después.
Y seguiré con mi cruz a cuestas
agradeciendo a Dios cada aurora
que contemplaron mis retinas
esperanzadoras y divinas.
Fina