Perdida, vaga errando, inspiración.
Cogió sus cosas, fotos y recuerdos.
De madrugada, sigilosa, se fue.
No me dejó nada, ninguna nota,
tan solo una calavera en mi almohada.
Versos heridos de muerte.
Dardo que esquiva mi suerte.
Presumí ser quién no era,
la inspiración, me abandona...
Burda rima que se escapa
entre dos, fríos pulgares.
Siempre fría.
Siempre distante.
Mis oidos naufragan, buscan acariciar
al alma errante que navega mi subconsciente.
Cuando la juventud, se posa sobre tu mano
cuando, tú, animal la abofeteas de marrón.
El haber rozado, con la punta de mis dedos,
un ocaso fumado por la pipa de un chimpancé.
Ciudades quedando atrás
a la velocidad, de tu luz.
Sueños, sonrisas tiradas
al baúl contenedor.
Así, un barrendero halló,
el libro de su cordura.
Hediondo, infravalorado.
El reflejo de nuestro entero mundo.
Mentiras disfrazadas de blanqueo
dinero que no llueve del cielo,
tuberías podridas por el miedo
sueños que mueren por el fregadero.