De tus labios de frutos rojos
bebo el vino que me regalan.
Descanso mi boca feliz en el tronco
de tu cuello, roble que de la tierra emana.
Rieles que corren entre mis montes,
tus manos firmes cruzando mis valles.
Mi respiración se pierde en la superficie
mientras vuela alto el palpitar del corazón.
Tus manos hablan un nuevo lenguaje
y se enredan en las ramas de mis brazos,
en las raíces de mis piernas, explorando
cavernas y activos volcanes.
No quiero que este diálogo termine
mas la canción que tu cuerpo me canta
se transforma veloz y va creciendo
de piano a forte en armoniosa cadencia.
Ofrenda tus ansias, ofrenda tus sueños,
ofrenda en su templo a Venus,
en su monte sagrado ofrenda.
Los lechos secos de mis playas en bajamar
comienzan a sentir las primeras gotas
de tus aguas tibias, y lejos de calmar su sed
se vuelven cada vez más sedientos.
¡Sí!... Sedientos mis cauces de las aguas
que tus ríos llevan, generosos caudales
que finalmente a mis estuarios llegan
para perderse en mis océanos y mares.
Unión de aguas dulce y salada, caliente y fría,
poderosas visiones con filtro de haloclina…
Encalla tu corazón, encallan tus naves
y se evaporan tus aguas en mis calderas,
fusión nuclear de alientos y de almas,
detonación de coloridas primaveras…
Después de la tempestad vuelve la calma.
¡Descansa en mí tu ser y sacia tu hambre!
Confía en que mi amor nunca se acaba...
el amor no se gasta, ¡crece al amarse!
*Salve, hermosísima,
gema preciosa,
salve, gloria de las doncellas,
gloriosa doncella,
salve, luz del mundo,
salve, rosa del mundo,
Blancaflor y Helena,
¡Venus generosa!*
*Ave formosissima (Carmina Burana)
María Teresa Ruíz Rentería © Todos los derechos reservados.