Mi espejo cada día me saluda,
Desde su origen, siendo puro sincero,
porque háblame muy de cerca en forma aguda,
sabio me dice todo lo que no espero,
Y le escucho paciente lo que no quiero.
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Me muestra real, como en los ricos años,
A mi cuerpo tan hermoso han hecho estragos,
y a mi piel suave y tersa desde antaño,
Sin piedad le va haciendo mil arrugos
y en cualquier otro lugar guisa su daño.
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Pero sé, que el límpido y frágil cristal
No es un amigo malhechor, ni sañero ,
Y que en mí asidua su presencia es vital,
En silencio todo, me dice primero,
Invitáme verdad ver siendo cordial,
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A recordar me ayuda en leal constancia,
A aprender que no es gris motivo de enojo,
borrar de mí ser fútiles arrogancias,
poner cabellos y penas en remojo,
y para aceptar las nuevas discrepancias.
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Observar lo malo con mis propios ojos,
del temido final agreste marcado,
tenga que vencer, sin mucho padecer,
y en mi frente está todo el camino andado.
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Canas vienen aprisa sobre mis sienes,
señalándo sus hazañas en peldaños,
y no serà cuestión de los inquietos genes,
producto en paso inclemente de los años.
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Y sin embargo con lucidez os digo,
daños hay que no se ven, viven ocultos,
y Son aquellos que en alma son testigos
Desde antes de que el cuerpo sea sepulto.
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Saludo con amor, a quien en desvelo
Me Envuelve sus ojos reflejos, y ¡Es juez!
Devuélve en celo, el espejo mi amigo es.
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Raquelinamor
Fortlauderdale2017-5