Bebo los vientos por tus ojos gitanos
Solo intuirte se me revolucionan los
centros de mis entrañas.
Tu nombre me sabe a geisha legendaria
que se postra por costumbre al abuso
del varón.
Te veo salir de la fábrica con tus amigas
contoneándote sabedora de tu embrujo
tributario de los míticos cantos de sirena.
No pude por menos que convertirme en
un pelele don José que fue presa de la
fuerza que rezumaba tu libre disposición
y sensualidad.
Tendré que darte muerte porque no puedo
soportar la idea de que me dejes por otro
cuando te plazca. No quiero oir el Toreador
en honor a Escamillo, que me sirva de banda
sonora a tu ejecución sumaria.
Eres la llama del pebetero que mientras el
estadio bulle sigue firme y constante, llueva
o nieve, indiferente al desdén del público,
que solo tiene ojos para el fragor del atleta.
Me postro al eterno femenino que representas.
Surfeo la ola que despierta tu apabullante
energía y que humedece mi afecto, que sé
mutuo.
Tienes un espacio precintado para tí nada más.
Navego entre tus versos como un barquito que
se sabe naufragado antes de llegar a la orilla.