Paola MJ

Casulla roja.

La sangre con que se bordó

fue la misma que brotó de mis mejillas

ante su presencia.

Arrebol dichoso y cándido 

llámando a la misa de Pentecostés,

a los fieles reunidos 

y a mis ojos a contemplarlo, asfixiándo un suspiro.

 

Se deslizó hacia el altar.

Le vi como nunca antes,

perdiéndome en el fuego de la seda

en asonancia con aquella piel dulcemente inmaculada.

 

Ahora sólo queda escuchar

con el rubor ardiendo,

con el párroco de rojo en frente

y con una tonta sonrisa en la cara.