Tú me dices: amigo no la llores
no merece la pena recordarla,
que por siempre debiera de ignorarla,
y que busque de nuevo los fulgores
que del alma podrían extirparla.
Yo se bien que su amor me causa llanto
que consume por dentro cual infierno,
que me tiene en suplicio tan eterno
al cubrirme por siempre con el manto
de las nubes oscuras del invierno.
¿Nunca viste la fuerza de los vientos
cuando azotan con furia la arboleda?
y a sus ramas heridas no les queda
un suspiro que alivie sus tormentos
y sus hojas arrastra en la vereda?
¿Has mirado de un río su corriente
que fenece de forma triste y lenta
cuando el agua su cauce no alimenta
y sequía la extingue lentamente,
añorando los días de tormenta.?
Si lograra olvidarla! Si lograra
arrancarla del alma y de mi mente,
si pudiera mostrarme indiferente
en mi rostro la pena no asomara
y mi vida sería diferente.
Yo me pierdo con vinos y mujeres,
busco en vano la luz de mil colores
que me ofrecen efímeros amores,
y sus bocas tan llenas de placeres,
yo las siento de frívolos sabores.
Como puedo olvidarla amigo mío,
fue la copa de vino consagrado,
aunque muera tan solo y consternado
y su ausencia me bañe del hastío,
fue su amor lo mas bello y mas preciado.
Y por eso, dejad que mi existencia
se abalance camino del abismo,
y permite que lleno de cinismo
yo me ría repleto de indolencia
aunque sea tan solo un aforismo!!
Autor: Aníbal Rodríguez.