Desconvocar el castigo
justificado en mi ira herida
y forzar no pactar
con la locura.
Rehabilitar el alma
humanizando las brasas,
endiosando la imperfección
sanada, eterna, terrena.
Despertar del aletargado estado
de mentira y deuda para
rendirse a la guerra
que sane, por fin,
mis fangosas heridas y
ACARICIAR, acariciar siempre...
Caricias que sumen, el niño roto,
al adulto que hoy sobrevive...