DEJÉ DE REIR, BEBER Y FUMAR
Dejé de reír, de la impotencia de las arrugas, enemigo de la amargura
Dejé de sonreír, de felicidad, sin amigos de antojos sin armadura
Dejé de bromear, sin burlas, que sacrifiquen una sonrisa de mi figura
Dejé de reír sin comisuras, que delaten lo cadavérico, de mi sepultura
Dejé de beber, de tomar y emborracharme también
De resacas de mi garganta, arañas de mis entrañas
Alcohol, que transforma de mis pensamientos, engañas y las empañas
Las tormentas, las convierte en lágrimas de cascadas y embarradas de mis hazañas
Dejé de fumar, de aquel humo de tabaco aromático
Dejé de quemar, como arden los leños de alquitrán emblemático
Dejé de respirar, de ahogarme de tos y flemas que todavía salpico
De colillas y olores, silenciosos descontaminación, que al final claudico
Dejé de putear, dejé de salir a la cantina de los dolores
Dejé de coger, a cuanta mujerzuela de colores de sus interiores
De faenas de travesuras, del cuerpo infame de sus olores
De noches de milonguera, de golfas, seductoras de horrores, de sus pudores
Dejé de llorar, de tristezas que ahogan las cuencas de mi despojos
Sin lágrimas por derramar que calmen las angustias de mi espíritu
Dejé de sollozar, de implorar migajas de anhelos de sus antojos
Dejé de gemir, de penas que estorban las penurias de mis enojos
Dejé de pensar, dejé de opinar, de sus consideraciones necias
Dejé de juzgar, dejé de meditar, problemas de inconveniencias prietas
Dejé de tramar, soluciones perdidas, del holocausto sus profetas
Dejé de cavilar y de considerar, reflexiones de metas secretas
Dejé de probar, de las delicias de su manjar exquisito
Dejé de ensayar, de las mieles de su panal, poder degustar
Sin repasar la savia encendida, de tu piel, rosa florecida
Dejé de saborear los pétalos de sus aromas, que un día pude abandonar
Dejé de maldecir, de mis rabietas no quería proseguir
Dejé de renegar, de odios y locuras de venir y sentir
Dejé de jurar y calumniar, de sus caricias conseguir
Dejé de insultar, sin eco que retumbe en la oscuridad
Dejé de reír, de beber y fumar, sin poder encontrar
Dejé de pensar en el ayer, como si el eco pudiera escuchar
Dejé de preguntarme, si del sueño eterno, quería despertar
Dejé de agonizar, no quiero partir, de mis fuerzas, abandonar al morir
“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga sep 20-2016