Mantillas adornadas, juveniles.
Contrastan con el gris de la mañana.
Y en domingo, se torna la lejana
breve brisa, de roces, tan gentiles.
Camino silenciosa por las calles,
de una ciudad dormida, tormentosa,
de mi pueblo natal: postal hermosa.
Verdes tierras de campo son mis valles.
Aquellos que muy sueltos se desplazan.
Son niños que en el vuelo se iluminan
Al encontrar la escarcha se imaginan...
Se adueñan de los huecos. Amenazan.
No todo se reduce a estar a gusto.
La lluvia no limita su gran sueño,
y alcanza su acomodo con empeño:
que la oración será lebrel del justo.-
Amalia Lateano
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