calla idéntica la flor
ante la vida poseída en espiral
libélulas tullidas que enardecen
la pureza de cada olvido
me alcanza el silencio de orín
donde palpita la rabia del origen
levita siamés un oscuro naranja
con la tensión arácnida
del beso memorizado en la sien
todo se yergue al paso
del vetusto pulso lumínico
destilación astral de sombras
acaecidas ante la venturosa magia del confín
la suave desnudez de vestigios nórdicos resplandece
con los deseos de una tijera abierta a pulmón
soledad descartada de untuosos intersticios
vísperas de consolidación apocalíptica
en virtud de la zarza ardiente