Hemos llegado a vernos
después de tantas lunas fracasadas
y nuestros rostros prontamente asoleados
ahora se reflejan en el estero de los ojos mutuos.
No somos los mismos agitándose
en los vientres compartidos, en las sábanas plegadas;
somos distintos, tocados y serenos,
aunque aùn amándose
cercanamente solos, distantemente juntos.
La oscuridad fue un hilo que nos unía a lo lejos:
se ha roto en un fragmento en este gris reencuentro.
crédito de la imagen: EFE/FRISO GENTSCH