La flor de mi corazón.
Allá arriba, en la montaña, mis ojos, con su mirada, tocaron la flor más bella y al percibir mi presencia sus pétalos indulgentes me perfumaron el alma.
Allí, un lindo colibrí revoloteando sus alas se puso a danzar con ella y le susurró al oído, con su pico de alfiler, “tú eres la flor más bella de esta inmensa pradera”.
¿”No vez que todas las noches te enamoran las estrellas con picaros titilare”? , ¿”Que el suave viento lleva impregnado tu aroma…dejándolo como huellas”?
Por eso, vinieron a conocerte esos ojos, allí presente; abiertos y sin parpadear de solo verte, por eso tanta impresión le ha causado a ese gran corazón que ahí se encuentra embobado.
Luego, el colibrí seme acerca revoloteando sus alas y se posa en mi hombro y su pico de alfiler me hace el susurro debido.
“Aquí la tienes: ella es la flor más hermosa nacida en esta montaña; si tú la quieres de veras has de cuidarla muy bien para que no sete arrugue por un tonto padecer”.
PABEDIZ…