Parece que sos mi casa porque siempre vuelvo a vos.
Mi patria, mi tierra, mi cama.
Vuelvo a vos porque desde tus ojos veo otros cielos
y dispongo de otros infiernos.
Vuelvo a vos porque me gusta recostarme
en las palabras que me decís,
en los silencios con que me arropás.
A la noche me gusta estirar mi desconcierto,
-mi pena, mi espanto- y tocarte.
Me calma la posibilidad de tu piel.
Me gusta no decir nada y que sepas de qué hablo.
Que intuyas que detrás de mis pupilas hay múltiples mujeres.
Parece que sos mi casa porque siempre vuelvo a vos.
No sabés, no te enterás, no escuchás cuando llego,
pero yo siempre vuelvo a vos y te tomo de la mano
como quien se aferra al amor.
Llego y te digo: \"Mío\".
Y enseguida me arrepiento y te lleno de libertad.
Nunca me voy sin besarte el nombre, eso si.
Ese nombre que aprieto contra mi pecho
y que se convierte en ave adentro mío.
Ah! Nunca olvides que a veces,
uno llora hacia adentro y se van inundando los recuerdos
hasta confundirse en ríos
y hay que navegar entre capítulos inconclusos y empapados.
Que más puedo decirte, es un día claro, luminoso, pasivo
pero a mi me crece un amor furioso desde la planta de los pies
y se me enrosca por los huesos como una enredadera.
De mis venas cuelgan flores.
El corazón se me ríe en la cara:
soy una mujer incorregiblemente enamorada de vos.