Calmo esperaba el Sol
En lo más profundo de su cueva
Para a todos con su magia poder tocar
Y de sus penas amparar
Estaba entonces el sol caminando
Para una de sus presas poder acechar
Cuando a lo lejos a una vio
Y de sorpresa aulló
No podía comprender
Que su esperada y deseada víctima
Encendida ya estaba
Y de alegría brillaba
Intimidado el Sol se le acercó
Y cuanto antes al oído le preguntó
Niño, cómo es que te has encendido
Si aún por mi gracia no has sido bendecido
Y así fue como tranquilo el niño respondió
Sol, tu llegada no he esperado
Sino que detrás de ti he caminado
Y así, tu luz he encontrado
El Sol sintió algo repentino
Era por primera vez
Que dentro de lo más profundo de su vientre
Comenzaba a ver que extinguiéndose estaba su fuego mortecino
Sorprendentemente el Sol no se asustó
Sino que comprendió
Que al niño debía seguir
Para que éste le enseñe a vivir
Fue así entonces como el Sol logró entender
Que suya no era la llama que contagiaba
Sino que no era más que el mero reflejo
De todos los regalados rayos de luz que por él pasaban.