Las palomas que vuelan
por el cielo de París, han mudado
su aleteo en la brisa sobre el hado,
pájaros migratorios de la noche que asuelan...
El pensador las mira sin sentir lo que anhelan.
En el jaspe tan bello han anidado
para dar su calor a lo abestiado
de una talla que celan.
Así mi corazón está de piedra
como al mirar las puertas del infierno te espera
por la sangre lejana del olvido.
Estaría el ausente como cerco de hiedra
cobijo de paredes blanca cera
como meditabundo gesto de llanto herido.
AMALIA LATEANO
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