Max Hernandez

¿A dónde se fue el amor?

Dime Tú, si es que puedes hacerlo,

¿A dónde se fue el amor, que nos acompañaba?

¿Dónde quedaron aquellas palabras enamoradas?

Y esas tardes de eterna tertulia a la sombra de un viejo árbol,

Cuando tomados de la mano, con paciencia esperabas

Que la blanca Luna aparezca en el horizonte

Y con su brillo ilumine el profundo cielo

Haciendo que las estrellas dejen de brillar

¿A dónde se fueron? ¿Lo sabes?


Y aquellos cantos de sirena en la playa

Que nos embrujaban con su música angelical

Y nos invitaban a soñar, nos invitaban a navegar el ancho mar

Y nos cogían en sus poderosas alas, para en libertad volar...

¿Por qué dejaron de sonar? ¿Enmudeció el océano acaso?

¿O es que se cansaron las sirenas de cantar,

Y se retiraron a otros lares a encantar?

¿Sabes dónde están? ¿Sabes si volverán?

 

¿Y que pasó con ese fuego que nos quemaba,

Y nos hacía entregarnos por completo, sin tapujos,

Sin reservas, solamente para disfrutar de nosotros,

Y de toda nuestra pasión, por qué no se prende ya?

¿En qué momento lo apagamos? ¿Por qué?

Aún las sábanas tienen nuestro perfume

Aún las ventanas y puertas guardan nuestro secreto

Aún el lecho respira nuestro aliento, nuestro sudor,

Aún nuestros cuerpos sienten esa infinita atracción...

Pero, ¿Que nos pasó? ¿Sabes qué nos pasó?

¿Desde cuando el invierno se instaló en nuestros corazones,

Y aquel fuego que nos quemaba, lenta y silenciosamente,

Sin remordimientos, simplemente se apagó?


¿Sabes que pasó? Si es así, dímelo por favor,

Pues dentro de mi hay alguien que llora y lamenta

Lo que pudo ser, y ya no es nada hasta el día de hoy.

Y hay un niño perdido, que descorazonado vaga en silencio

Sin entender por qué ha perdido, aquel otro corazón

Que lo hacía reír y saltar de felicidad, que lo abrigaba,

Que lo acunaba, que lo complacía y escuchaba...

Y ahora, simplemente ya no está, y ya ni siquiera

tiene ganas de llorar, por su tremenda soledad...


Si sabes que pasó, dímelo por favor

Y así podré partir tranquilo, pues el barquero está impaciente

Y la señora de la guadaña no quiere esperar más.

Ya solamente me queda un suspiro, ya no queda nada

pero quisiera saber, antes de emprender el viaje final

¿Dónde se quedó nuestro amor?...

Dímelo ya, dímelo por favor...