Me dormí y desperté con una deleitable algarabía
Escuchaba cantos de esos lares tan lejanos
Tan apaciguados con el paso tranquilo
De las horas, de los años
Era de noche, la luna apenas esbozaba una tenue cara
Inocente del día en que sus paisajes fueron visitados
Y embanderados como si el Universo fuera propiedad
¡Solo de algunos!
Eran cantos de grillos, aquellos que en la noche
de las grandes ciudades no alcanzan oído cívico
Los grillos de esa noche, avanzaron gallardos por mi sueño
Galopaban cricricando: cric cric, cricric cricricricricric,
Oh mis oídos en tanto goce intentaban trasmitir el encanto
Cuán difícil hacerlo a quienes están en otras prioridades
Cuán difícil cantar y pregonar:
¡vengan todos, escuchen este canto, es la Naturaleza de la Noche,
es su forma de vivir lo oscuro!
Mas es casi imposible comunicar lo que no se ha registrado
No por no escuchado, sino por ignorado
como algo que pueda ofrecer felicidad y dicha sin gastar un solo céntimo.
¡Los grillos son generosos y acompañan al silente,
acompañan al dichoso, acompañan al doliente
y cantan, solo cantan!
Ah mis grillos de tantos crepúsculos y auroras,
fieles estáis en mi memoria para que pueda invocaros
y trasmitirlos a quienes osen leerme
Soy un adicto de vuestros cantos,
de vuestras melodías de nostalgias
y de besos bajo la luna llena,
debajo de los eucaliptos:
¡Amada, te pido los escuches!
¿Te acuerdas de esas noches con aromas
de tierra y flores de los campos?
¿Te acuerdas de ese trozo de pan amasado
y la copa de vino nuevo justo antes de amarnos?
¿Y también de aquellos misteriosos cantos
y mugidos que acompañaban a los grillos
en una especie de bajo continuo?
¡Qué delicioso encuentro!
Que maravillosas melodías allí, tendidos en hierba olorosa,
mirando hacia el firmamento cuajado de estrellas
suavemente iluminados por esa luna llena.
¡Amor, me subo al canto de los grillos
y canto canciones que siempre estarán!
¡Qué dichosa es mi vida albergando
tanta belleza en mi memoria!
(4 de Enero 2017, Port-Daniel)