Desde lo alto de la montaña
puedo divisar el viejo muelle
que fue testigo del primer beso,
que nuestros labios disfrutarón
dando vida a un nuevo amor que
nacía y los delfines saltando de
alegría nos salpicaron de su agua salada
escribiendo entre las olas el día y la
hora en que nos juramos amor eterno.
Bajo la sombra de los árboles
bajo un silencio profundo
me viene el recuerdo del día
cuando nos tomábamos de la
mano y corríamos por la arena y
las olas no seguían unas a otras
alcanzando nuestros píes descalzos
mientras tu saltabas a mis brazos
robándome un beso y bajito al oído
te iba diciendo cuanto te quiero.
El muelle esta vacío,
las gaviotas ya no cantan como antes
las naves ya no llegan para adornar el muelle,
las golondrinas cansadas de esperar su barco
para empezar una larga travesía
en busca de una nueva primavera,
yo bajo la sombra del roble
que ansioso el, por la llegada del amor
que espero desde que nos dimos
el primer beso y tomados de la mano
nos juramos amor eterno.