Mira mi voz
Se va cayendo en pedazos
Sobre charcos de ron.
Mira que me están creciendo bejucos
De comisura a comisura.
El silencio es una cabaña,
Que por ahora me regocija.
Mira que estos ojos
Se van quedando escasos de mi
Y si vieras que, aunque imploro,
La fuerza de que te vayas no para.
Mira, que estoy bien,
Voy bien con unos tragos en cima
Que me queman después de que me deshielo
Y alzando los hombros y la tinta
Espanto la brisa que me mira.
El silencio es mi compañero de bar
Y aunque rompa las botellas
Y la calma de tus fotos
Y aunque el cantinero nos recite verdades
Se queda imitando las tardes.
La melancolía violenta mi cuello
Y se vuelve prostituta sobre mis labios
Y se declara poeta sobre mis parpados
Y yo, aunque no me disgusta,
Trato de echarla a un lado,
Pero me penetra la conciencia
Y mira que le concedo el asiento.
Me veía desde lejos
Como un gran blanco para follar,
Y vestirme los ojos con un gran vestido negro,
Como si de andar de luto se tratase.
Mira que golpeo con rabia mi cama,
Y sobre recientes cartas
Aúllo tu nombre a la luciérnaga más cercana,
Quizás te lleven por las ventanas.
Mira que invento tu bienvenida al olvido
Pero no dejo de escucharte en mis latidos.