Tanto odio que ya no ponen solución,
si no que lo arreglan robando a la población.
En los discursos soslayan actuación,
normal, robar ya lo tienen como devoción.
Dinero luchado en fuertes vendavales,
gastado en bienes para supervivencia,
pero hurtado para sus maldades,
sin corroer en su propia conciencia.
Así es como un país decae
sin apenas propia sanción.
Creerme, el propio silencio
será nuestra propia destrucción.