Ayer perdí mi caballo alado
Estaba caída la tarde en la montaña
y me sentaba a la sombra de la higuera
volví la vista distraída hacia aquel muchacho que pasaba
y después... ya no estaba
Lo busqué en las rama de la higuera
lo busqué en las pozas del arroyo
lo busqué entre los pupitres de la escuela
y entre la ropa que mi madre planchaba
pero por más que buscaba... ya no estaba
Era un caballito zaíno y bello
con las alas de un dorado viejo y oxidado
habían relucido hace ya tiempo
pero la rutina las había estropeado
y por mas que lo llamaba... ya no estaba
Cuando llego la noche grite desesperada
¿por qué ya no venía? ¿Por qué ya no escuchaba?
¿Donde estaba mi caballo alado?
¿Por qué de repente me abandonaba?
pero por más que yo gritaba... ya no estaba
No sentiré más su cálida mirada
ni volveré montar desnuda su lomo
ni me deslumbrará el sol en sus alas doradas
no cabalgaré la tierra, ni la luna, ni nada
porque nunca volverá a acudir a mi llamada