Siento tu piel como alas de libélula
en mis dedos, pensando cuanto sol y
cuanta lluvia la curtirán de aquí al
mañana lejano.
Que la lluvia si te sorprende sola
no sea por olvido.
Que el frío no te acoja en soledad.
Que el calor sea ancho como una sonrisa
como una caleta abierta al sol invernal.
Que el sexo no te marque
que tu mente sea abierta y feliz
sobre los dógmas y las taras.
Que no sea amazona ni walquíria ni Sissí.
Que seas capaz de decidir por ti misma.
Que nunca olvides por qué existen las rosas.