Para descansar, mi corazón
deja de latir de a ratos
pienso, mido su locura
y su sombra, le reprocho
entonces
vuelven los golpes asustados
a mi pecho.
De un largo descanso interminable
he de morir un día.
Y ese día llamaré a tu puerta
para que estemos dulcemente juntos.
Guillermo Capece
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