Ezer Cohen

LA SOMBRA

Superficial y caprichosa.

Por siempre atada a mi destino.

No tienes ayer ni mañana.

No eres antes ni después.

No tienes calor de verano ni frío de invierno.

A veces gigante, y otras, enana,

Me asaltas con temor cuando te sorprendo.

Quieres ser algo de mí,

Pero tu ser pertenece a las estrellas.

Silenciosa, duermes la canción callada porque

Eres la puerta de la nada.

Cuando quiero alcanzarte,

Mis manos se llenan de tierra blanda.

Y sin embargo, eres mi eterna compañía.

Quieres ser el espejo que se mira en las aguas tranquilas,

Y desenredar la nube de mis pensamientos.

Quiero desprenderme de ti y no puedo.

Pues estás amarrada a mi orilla,

Como si en verdad formaras parte de mi cuerpo.

Tampoco a nadie se le escapó su sombra.

Epítome del silencio, no puedes hablar,

Ni decir de dónde vengo.

Naces a una vida engañosa desde mis pies,

Para ser compañía inútil de las horas huecas,

Juegas con mis manos al reflejo,

Imaginando escenas de cuento.

Estarás conmigo hasta que Dios imponga su silencio,

Y quedemos los dos flotando en el éter de los recuerdos.