Con la cabeza entre mis piernas
Mantenido por las hoscas manos
De una muralla sin culpa; soy.
La lluvia
Muy lentamente…
Casi como si desnudara
Próvidamente cada
Lienzo de mi alma.
Abrigado por la escasa
Brisa otoñal, que, mirándome
Sabiamente zurce cuanta
Herida puede…
La muerte pregonera;
Desde su huarida,
Acecha inmóvil,
Excitada.
La luna estremecida,
Aguza sus sentidos
A tan desgraciada
Dicha, y apenándose
Observa cautelosa.
El tiempo queda atrasado
Intentando deshacer memorias.
Sutil, inconsciente.
Nace una lágrima, deslizándose
Por lugares recónditos e
Inapropiados de mí ser,
Manosea la tierra.
Se hace carne el dolor.
Déjenme consumar,
Lo anhelo.
Déjenme ser,
Por un instante…
Libre.
©Maximiliano Cabrera