No ha de quedar un rastro en tus senos
de mi mano
ni en tu cabello el roce de mis labios
no ha de cruzarse de nuevo tu mirada
como una hoja alejada por el viento
(no quedará beso sobre beso)
Porque en ti edifiqué mi olvido
y eres el templo
donde reza mi recuerdo.
Que se salve tu sexo de mi esperma
¡Enardecido estoy enardecido!
Has de escuchar en tu oído
el murmullo de mi voz
cuando jadeaba…
entre tus piernas jugaban mis labios
(como el aire juguetea en los árboles)
Pero ¡no…! Ya no queda aquel instante
en que despertaba asfixiado por tus besos.
Ya no habrá un vestigio
en tus senos
-pequeños pechos
infectados de recuerdos-