Con flores a Maria
cantábamos todos
y la escalera de la escuela
cobraba vida.
Cada niño tenía su María
su virgen, su hermana
su madre o su veciníta,
después fuimos creciendo
y María se convirtió en Mari,
la Pili, o en Loli,
y las flores fueron
más distinguidas,
rosas, délias, camélias
y orquídeas, pero si
no era María, sino Mario,
para él, estaba claro
un clavel.