Los verdes ríos
terminan siendo una cascada seca y amarilla,
como hoy
que no puedo enlazar las palabras
en la aguja de la luz.
La caída de la cascada
deja en mis pies
una hojarasca de aguas muertas,
de escozores en la cabeza.
Volverá a fluir el río,
y no importa:
serpentino y sucio,
dentro mis venas.