Alberto Escobar

Annus Mirabilis 1905.

 

 

Toda mi dedicación a la Física dio sus frutos
en 1905, año que aparece bordado con letras
de oro en mi diario, año en que coincidieron
las publicaciones de la esencia de tantísimas
horas de dedicación ferviente, que jalonaron
el nacimiento de un nuevo estadio científico
en el conocimiento de la Naturaleza.

Fueron cinco artículos, no solo los tocantes
a las leyes de la Relatividad especial y general
sino también, fueron cinco benditos artículos,
el relativo al Efecto Fotoeléctrico, que me
grangearía posteriormente el Nobel de Física.
Soy consciente de que abrí una nueva puerta
en el laberinto de la Ignorancia sobre el mundo
que nos rodea, como ya hizo mi admirado y
nunca suficientemente agradecido ni compensado
por mí Sir Isaac Newton en 1666, con su ley de 
Gravitación Universal .

 Einstein, el Dios Júpiter de tu tiempo.
Tu esencia judía obró el milagro.
Te subiste a los hombros de gigantes
para divisar el cielo estrellado.
Describiste la esencia del Empíreo
como nadie antes lo había logrado.
Desvelaste sus ocultos secretos
que aún hoy permanecen sepultados.